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Lanzado en 1983, el Fiat Uno fue un modelo ineludible del segmento utilitario en la década de 1980, junto con el Peugeot 205, Renault Super 5 o Opel Corsa. Y, al igual que sus competidores, contó con una versión deportiva, imprescindible en plena “era GTi”.
Esa “era GTi” coincidía con la, igualmente famosa, “era Turbo” de la Fórmula Uno, en la que participaban Renault y, de cierta manera, Fiat, a través de Ferrari, vínculo que la marca de Turín no dejó de destacar en su publicidad. Marketing o verdadera opción técnica, lo cierto es que la sobrealimentación fue la solución adoptada por Fiat y su rival galo, para las respectivas versiones deportivas de sus pequeñas utilidades.
Inicialmente sin stickers laterales, el Turbo i.e. (Iniezione Elettronica) no era muy ostensivo: spoilers, faros antiniebla, discretas extensiones de plástico en los guardabarros y poco más. Curioso, es el símbolo de Abarth, ajeno al diseño del Turbo i.e., en el centro de las llantas de 13 pulgadas…
En el habitáculo, relativamente espacioso para la categoría, la alfombra roja y los asientos específicos recordaban a los ocupantes que estaban sentados en un verdadero “pocket Rocket”.
El motor era un 1.301 cc de 105 caballos, con turbo IHI e inyección electrónica Bosch Jetronic, que, articulado con la caja de cinco velocidades del Ritmo 105 TC, permitían al Turbo i.e. alcanzar los 200 km/h. Desafortunadamente, si el motor era emocionante, el chasis, por su parte, no estaba a la altura de las referencias de la época (comenzando por el 205 GTi), con una tendencia al subviraje que había que corregir el conductor. Turbo I.E siempre era más divertido que los deportes actuales y sus “ángeles guardianes” electrónicos, pero tampoco era tan seguro.
Cabe mencionar, además, la presencia del dispositivo Antiskid (ABS) a partir de 1988, para complementar el papel de los discos ventilados (por delante).
La gran evolución ocurrió en 1989, cuando la gama Uno fue rediseñada, acercándose estéticamente al Tipo. Paradójicamente, el Turbo .i.e. se hizo exteriormente más discreto (al renunciar a los stickers), a la vez que se volvía aún más potente, con un nuevo motor de 1.372 cc y un nuevo turbo (Garrett T2), llegando así a los 118 caballos (115 con catalizador). El habitáculo del Turbo i.e. se benefició de las mismas evoluciones, añadiendo un volante Momo específico. La evolución mecánica fue bien acogida, lamentándose solamente que el chasis no se hubiera beneficiado de las mismas atenciones.
Con un precio contenido, el Fiat Uno Turbo i.e. constituía, en aquella época, una excelente alternativa a los 205 y Renault 5 GT Turbo. Hoy en día, la constatación se mantiene. Al igual que sus rivales, un Fiat Uno Turbo i.e. en buen estado (y sin tuning), es cada vez más raro de encontrar. Pero si aún así, prefiere una versión aún más exclusiva, podrá ir siempre en busca de las versiones “Formula” de 1988 o “Racing” de 1991, o bien con cuadrante electrónico. Pero sea cual sea la versión de Uno Turbo “Yeah!” ¡la diversión no va a faltar!
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