Clásicos • 30 Abr 2022
Hubo un tiempo en que un coche no formaba parte de los sueños más salvajes de un ciudadano. Hoy en día, el coche es un medio de transporte esencial en nuestra vida cotidiana. Para ello, exigimos seguridad, comodidad, eficacia y, a ser posible, que sean bonitos. Hemos recorrido un largo camino, y si la historia del automóvil fuera una carretera, el Mercedes-Benz 540K sería sin duda el coche que elegiría para acelerar con estilo.
Presentado en 1936 en el famoso Salón de París, el 540K fue el sucesor del 500K, manteniendo el mismo nivel de excelencia y exclusividad por el que era conocida la marca alemana. Teniendo en cuenta que poseer un automóvil en aquella época era un logro considerable, el 540K representaba, en todos los aspectos de su concepción, una grandeza sin concesiones.
El motor de este magnífico coche sumaba unos cinco litros y medio, con una potencia de 115 caballos. Sin embargo, este motor estaba equipado con un Kompressor de tipo Roots que, al arrancar, aumentaba la potencia hasta la asombrosa cifra de ¡180 caballos! La velocidad máxima rozaba los 170 km/h, lo que lo convertía en el coche más rápido de la época.
A los ojos de hoy, estas cifras no nos impresionan, pero hay mucho más en este clásico digno de asombro. El precio es el mayor ejemplo de la exclusividad del modelo, ya que los veintiocho mil marcos representaban el equivalente a 144 meses de trabajo de un jefe en una fábrica de la Alemania de los años treinta.
El diseño fue obra de Friedrich Geiger, el mismo del mítico 300 SL Gullwing , recordado por muchos por sus alas de gaviota. No hace falta decir que el 540K es uno de los coches más bonitos de la historia. Pero véanlo ustedes mismos.
Al mismo tiempo que Alemania dominaba los cielos con sus dirigibles de lujo, también asombraba al mundo con la calidad y exclusividad de sus prestaciones y el gran estilo de sus automóviles. Esta foto, de 1936, es un ejemplo de ello, donde dos gigantes posan para la posteridad, y con gran estilo, debo admitir.
Este coche fue muy popular entre los miembros de la élite nazi, el más famoso de los cuales fue Hermann Göring, cuya excentricidad le llevó a bautizar el coche con el nombre de Blaue Gans, o ganso azul, por la celestial pintura azul del coche.
Caro entonces, ¡muy caro hoy en día! Un clásico por excelencia, ¡un paisaje sobre ruedas! Los valores de un 540K Spezial Roadster reflejan no sólo la calidad, sino también la exclusividad que limitó su producción en términos de unidades fabricadas.