Clásicos • 02 Jan 2023
Para la industria del automóvil, el Citroën DS es más que un coche, más que un medio de transporte. Desde su brillante presentación en el Salón del Automóvil de París en octubre de 1955, ningún modelo ha tenido tanto impacto en las masas como este magnífico automóvil. Apenas 15 minutos después de ser presentado al mundo, se habían registrado 743 órdenes de compra, tal fue el asombro de los asistentes al evento. Al final del tercer día después de su presentación, se habían vendido 40.000 copias.
Pero después de todo, ¿por qué tanto deslumbrar? ¿Qué hizo que este auto fuera imprescindible en ese momento?
En primer lugar, las líneas diseñadas por el diseñador Flaminio Bertoni, que nos transportan inmediatamente a la era espacial. La preocupación de los diseñadores por la aerodinámica fue pionera, dando como resultado no sólo un coche elegante, sino igualmente eficiente y estable.
A pesar de su apariencia innovadora y elegante, el Citroën DS innovó de tal manera que me atrevo a decir que elevó los viajes en automóvil a un nivel de calidad nunca antes experimentado. La innovación más conocida y exclusiva fue sin duda su suspensión hidroneumática. Aunque se ha mejorado en cuanto a la gestión, el principio de funcionamiento se ha mantenido durante las décadas en las que Citroën lo ha utilizado en sus distintos modelos.
El sistema de suspensión hidroneumático permitió un viaje libre de trepidaciones, oscilaciones y un comportamiento ejemplar en las curvas.
El conjunto de interiores acolchados, fabricados con los mejores materiales de la época, y la magnífica suspensión hidroneumática, lo convertían en el coche más cómodo del mundo, título que aún hoy indiscutiblemente le atribuyen muchos entusiastas.
Los faros direccionales, la dirección asistida, la tracción delantera y un sistema de frenado hidráulico hicieron de la conducción una experiencia digna de ciencia ficción.
Al final, se vendieron 1.455.746 DS, lo que refleja el tremendo éxito de un automóvil que aún hoy llama la atención cuando alguien dice: “¡hay una boca de rana”!
Como curiosidad, el Citroën DS, se lee Citroën déesse, que significa diosa en francés, y eleva este magnífico clásico al nivel mítico y superlativo de la cultura automovilística mundial.