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Lotus Elan 2+2 1972: Un clásico que se compra sin remordimientos
Siempre que veo campañas publicitarias milagrosas que anticipan el lanzamiento de un coche “revolucionario”, me viene a la mente la increíble historia del Ford Edsel. Puede que los publicistas más jóvenes desconozcan la desastrosa experiencia del fabricante de automóviles estadounidense en los años cincuenta. Pero el “caso” Edsel se estudia hoy en los cursos de Publicidad, Propaganda y Marketing de todo el mundo.
Sucedió así. En los años 50, Ford decidió lanzar un nuevo modelo para hacer frente a la feroz competencia de General Motors, Chrysler y otras grandes marcas. El nuevo coche debía presentar innovaciones mecánicas y estilísticas que marcarían la época. La convicción del ensamblador de Detroit de que estaba haciendo algo realmente extraordinario era tan grande que el modelo fue bautizado con el nombre del hijo del gran jefe Henry Ford. Pobre Edsel Ford…
Esto es lo que ocurrió: en los dos años que precedieron al lanzamiento del Edsel, la clase media estadounidense fue bombardeada por una campaña publicitaria sin precedentes que creó una gran expectación sobre el nuevo producto. La publicidad anticipada ensalzaba las características “revolucionarias” del Ford Edsel, el coche que haría que todos los demás parecieran obsoletos. Como resultado, se formaron enormes listas de espera de compradores mucho antes de que el modelo llegara a los concesionarios.
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