Archivos • 05 Jan 2023
Como el pájaro de la mitología, Felcom renació de las “cenizas” de la primera fase de la carrera deportiva de Eduardo Ferreirinha. Un “cóctel” elaborado por Eduardo Carvalho con los coches adquiridos a Ferreirinha dio origen a un elegante coche de competición, aunque sin gran éxito.
La lista de inscritos del Circuito de Boavista, en 1933, en la categoría “Race” era, cuando menos, anacrónica. A los dos coches relativamente competitivos de Vasco Sameiro y Henrique Lehrfeld, se añadían dos Bugatti – un Tipo 37 de Carlos Tavares Bastos y el viejo Brescia de Vladimiro Soares – y un desconocido Felcom, para Eduardo Carvalho. Este último fue objeto de evidente curiosidad.
La historia de esta Felcom es peculiar, pero merece ser contada. En aquel año de 1933, Eduardo Ferreirinha y Manuel Menéres habían decidido parar el desarrollo del proyecto Ford A para competición, equipado con una culata Miller, que se aplicaba al motor de cuatro cilindros. La verdad es que después de tres años, el conjunto no era tan competitivo y empezaron a aparecer en Portugal coches de competición con otras posibilidades.
Ferreirinha, que era entonces el propietario del coche – el famoso N-8659 – vendió el conjunto y todos los componentes a Eduardo Carvalho. También es probable que junto con este Ford A, Eduardo Ferreirinha también se deshiciera de su viejo Turcat-Méry, con el que participó en algunas carreras nacionales en la década de 1920.
Eduardo Carvalho acudió al Circuito de Campo Grande, en mayo de 1933, todavía con el Ford de Ferreirinha, en su conocida configuración – el famoso “Signo de Interrogación”.
Sin embargo, el Felcom que se presentó en Boavista era un “cóctel” renovado: el chasis Turcat-Méry, más ligero, fue remodelado – no sabemos si por iniciativa de Ferreirinha o por decisión de Carvalho – al que se acopló el experimentado conjunto motor/transmisión Ford A – manteniendo el motor la transformación de la cabeza Miller. Con el nuevo chasis fue necesario rediseñar la carrocería que pasó a ser francamente elegante, más baja y, aparentemente, más aerodinámica.
Esta necesidad de cambiar el chasis era claramente una oportunidad. El chasis original del Ford A se había modificado considerablemente, con cortes y nuevas soldaduras, para bajar el centro de gravedad. La suspensión trasera también se modificó considerablemente y alguien debió sugerir utilizar el chasis original del modelo francés, invertido, que daba el mismo resultado sin grandes complicaciones: un centro de gravedad bajo y, en consecuencia, una gran estabilidad.
La misma solución se utilizó para el motor. En EE.UU. florecía una industria paralela dedicada a transformar los bloques robustos pero poco potentes de los Ford T y A. Frontenac, Rajo, Riley y otros tenían propuestas que podían adaptarse fácilmente a las necesidades de una clientela más exigente, que requería mejores prestaciones de sus coches Ford.
Se mantuvo la transformación Miller, que ya había sido adoptada por Ferreirinha, tal vez porque era más fácil y no implicaba grandes costes. El mecánico de Eduardo Carvalho, Salvador Vila Maior, estaba con el piloto en Boavista – y debe haber contribuido para las transformaciones realizadas. Lo cierto es que la actuación deportiva en el circuito de Oporto fue pobre, ya que Felcom entró en boxes en la primera vuelta y sólo salió media hora después, no consiguiendo clasificarse.
Este Felcom tendría una vida efímera, ya que además de una breve participación en Boavista, corrió más tarde, a las órdenes de Henriques dos Santos, en el Circuito de Estoril – y allí bajo la marca Ford – también sin grandes consecuencias, ya que el piloto se vio obligado a abandonar.
Eduardo Carvalho volvió poco después con un proyecto innovador llamado NNV8, que apareció fugazmente en el Circuito de Santarém en 1936. Curiosamente, fue también en Santarém donde Ferreirinha, con su amigo Manuel Menéres, volvería a la competición automovilística en Portugal con el proyecto V8.
Carvalho había desarrollado un proyecto paralelo, pero la retirada en la ciudad de Santarém aceleró su liquidación.