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El estadounidense Gerald “Pete” Lovely tuvo una larga carrera en el automovilismo, siendo uno de los últimos verdaderos pilotos privados en disputar una carrera del Campeonato del Mundo de Fórmula Uno.
Habiendo empezado en la escena de los roadster a finales de los años 40, fue en las carreras deportivas de la costa oeste americana donde Lovely floreció, utilizando toda una gama de maquinaria, en su mayoría de su propiedad, como un pequeño Giaur, Jaguar o Porsche y Volkswagen (estas dos marcas representadas comercialmente por él mismo), además de ser inscrito por propietarios que creían en sus habilidades, como el famoso constructor civil italo-californiano Tony Parravano, que le confió un Maserati para dos carreras en Torrey Pines en 1956, u otros nombres famosos de la costa oeste, como John Edgar o John von Neumann, que utilizaban máquinas potentes como Ferrari o Maserati, o bólidos que hacían de la ligereza su principal arma, como era el caso del Cooper en el que instaló un motor Porsche. ¡Se le conocía cariñosamente como el “Pooper”!
Hablando de materiales ligeros, la estabilización del material que utiliza se produce cuando compra un Lotus Eleven, para añadirlo al Ferrari que ya tenía en el garaje. A partir de entonces mantuvo una conexión regular con la marca de Colin Chapman, que le invitó a Europa en 1958, ganando la categoría en Reims en compañía de Innes Ireland y debutando en Le Mans, donde compartió el XV de la foto con su compatriota Jay Chamberlain. Debutó en el Campeonato del Mundo de Fórmula Uno con una no clasificación en el Gran Premio de Mónaco de 1959 pilotando un Lotus 16 oficial.
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