Iba a ser

Clásicos 24 Fev 2023

Iba a ser

Por Irineu Guarnier

Me aficioné a los coches antiguos muy joven, sin saberlo. La palabra “automovilismo antiguo” ni siquiera existía -o al menos yo no la conocía- a finales de la década de 1970, cuando compré mi primer coche. Era un Volkswagen SP2 usado, un modelo biplaza deportivo que el fabricante alemán sólo fabricó en Brasil de 1972 a 1975, e incluso entonces sólo 10.122 unidades. En la ocasión de su lanzamiento, fue considerado por la revista alemana Hobby “el Volkswagen más bonito del mundo”, aunque su motor bóxer refrigerado por aire de cuatro cilindros, 1.700 cc y sólo 75 CV no era gran cosa.

Tenía 18 años, acababa de sacarme el carné de conducir, y lo primero que hice cuando ahorré algo de dinero fue comprarme la “máquina”, financiada en 24 plazos. Un sueño de infancia, cumplido con la ayuda de mi madre, que pagó el anticipo, y de un tío generoso, que pagó la carrocería y una nueva mano de pintura.

Resulta que el cochecito, comprado a la mujer de un vecino de mi tío, estaba en muy mal estado. Con abolladuras por toda la carrocería, la pintura descolorida, el interior maltratado y la mecánica sin mantenimiento, parecía acumular mucho más de los 50 mil kilómetros que tendría en realidad. Sin embargo, era lo que me cabía en el bolsillo.

Compré el SP2 incluso detonado porque no podía aceptar la idea de conducir un vehículo “común”, como el Beetle, la opción obvia de cualquier joven brasileño que compraba su primer coche en aquella época. El SP2 todavía no era viejo, claro, aunque hacía tiempo que estaba fuera de producción y pocos se interesaban por él. Pero, debido a su lamentable estado, estaba pidiendo a gritos una buena restauración – como ocurre con los clásicos encontrados en graneros.

Antes de que pudiera disfrutarlo, pasó por un taller, donde recuperó sus bonitas formas redondeadas y su color azul brillante original. Siguieron nuevas tapicerías y reparaciones mecánicas. Me divertí mucho con el pequeño coche: en una carretera desierta de aquellos tiempos, llevé su velocímetro a 200 km/h más de una vez…

Así entré en el universo automovilístico, restaurando de abajo arriba -por necesidad- un deportivo que hoy es un icono nacional. Como haría, décadas después, con otros coches -entonces, sí, como hobby-. Pero creo que, de alguna manera, la elección de un primer coche, insólito y necesitado de tantas reparaciones, ya revelaba una vocación: el gusto por ver renacer un vehículo de sus cenizas que caracteriza a todo verdadero aficionado a los coches antiguos.

Irineu Guarnier Filho es un periodista brasileño especializado en agroindustria y vino, y un apasionado del mundo del automóvil. Trabajó durante 16 años en un canal de televisión afiliado a Rede Globo. Actualmente colabora con algunas publicaciones brasileñas como Plant Project y Vinho Magazine. Como aficionado a los coches antiguos, ha escrito sobre coches clásicos para blogs y revistas brasileñas, y ha restaurado y coleccionado coches antiguos.

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