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En el mundo del automóvil es posible identificar una estructura casi idéntica a la estratificación social de hace unos siglos. Los grandes nombres de la industria, es decir, la aristocracia del mundo del automóvil, marcas que en algún momento se han visto coronadas por sus logros dentro y fuera de la pista. Estos nombres evocan un sentimiento de admiración y el deseo de poseer un pedazo de esa historia.
Bugatti, es uno de los gigantes, su nombre tiene un peso histórico innegable. Más de un siglo después, su presencia en eventos y colecciones sigue siendo magnética para cualquier admirador de este tipo de obras de arte.
Es difícil discutir que el Tipo 57 es la cumbre de los coches de carretera creados en Molsheim, especialmente las legendarias variantes Aérolithe y Atlantic, que por su rareza y singularidad siguen sorprendiendo hoy en día.
Otra variante del Type 57 es el Atalante, un coche perfecto para largos viajes por Europa, del que sólo se fabricaron 17 unidades de este elegante coupé. Una de estas unidades, tiene su hogar en el Museu do Caramulo.
El ejemplar en cuestión se construyó en 1938. Cuando Fernand Chaussivert hizo su pedido, pidió a Vanvooren una carrocería ligeramente más larga con asientos para tres pasajeros. Construido completamente en aluminio, es 37 cm más largo de lo normal. Tiene un motor de ocho cilindros en línea sobrealimentado por un compresor, lo que le da capacidad para alcanzar los 175 km/h. Sólo se construyeron tres coches con esta configuración alargada, dos de los cuales eran descapotables. El más notable de los otros ejemplares alargados es sin duda el regalo de boda del Estado francés al Sha de Persia, Reza Palevi.
En 1940, Chaussivert la vendió a Alfredo Marinho, conocido deportista de Oporto. Una vez en Portugal, pasó también por la custodia de Bento Amorim hasta que, en 1975, fue adquirido por João de Lacerda, que lo reconstruyó por completo, para pasar a formar parte de la colección del Museu do Caramulo.
Este automóvil especial pertenece aún hoy a la “plata de la casa” del Museu do Caramulo, metáfora que le va como anillo al dedo. Admirar este automóvil y todos sus detalles es una experiencia caricaturesca. Nunca estamos seguros de si lo que estamos observando es un coche, una obra de arte o un reloj suizo, tal vez sea una mezcla de los tres. Un coche de forma escultural, construido con el cuidado y la precisión de un relojero.
Al Atalante se une otro Tipo 57, el T57 Stelvio, una versión descapotable con carrocería Gangloff. Su gracia es comparable a la de su primo construido por Vanvooren, cuando se ponen uno al lado del otro las diferencias son evidentes, sin embargo resulta imposible elegir un favorito. Estos coches son tan especiales que no se puede decir que sean mejores o peores. Cada uno tiene su propio carácter y encanto, es algo que no se puede cuantificar ni evaluar.
Con el sobrio uso de los detalles cromados en conjunción con la combinación de colores, llaman la atención sin crear ruido visual. En mi opinión ese es el gran truco de su elegancia, muestra la riqueza de forma discreta, quizá por eso era uno de los coches preferidos de las élites, en una época en la que la fortuna no se anunciaba a los cuatro vientos.
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