El único ejemplo del Röhr Tatzelwurm producido

Röhr era un fabricante alemán de automóviles, fundado en 1926 por Hans Gustav Röhr, junto con un inversor, Hugo Greffenius, para la producción de un coche diseñado por Hans, el Röhr 8. Hans ya había demostrado sus dotes de diseño e ingeniería cuando diseñó él solo un avión muy avanzado en 1912, a la edad de 17 años. Aunque los coches Röhr eran muy avanzados y sofisticados, la empresa no pudo sobrevivir a la Gran Depresión y se vio obligada a declararse en quiebra.

En 1931 el nombre Röhr resurgió, ahora con nuevos inversores, y se llamó Neue Röhr AG, con el desarrollo de un coche basado en el Tatra 75, llamado Röhr Junior, que aunque más barato, satisfaciendo las necesidades de la sociedad de la época, seguía siendo muy avanzado, como la suspensión delantera y trasera independientes y su motor bóxer de cuatro cilindros refrigerado por aire y 1,5L de cilindrada. Desgraciadamente, la empresa se vio obligada a cerrar sus puertas por los nazis, debido a que en su consejo de inversores había judíos.

El protagonista de este artículo es un coche prácticamente desconocido en todo el mundo, el Röhr Tatzelwurm, bautizado con el nombre de una criatura mítica. Fue diseñado y producido por Karl-Wilhelm Ostwald, sobre la base de un chasis inutilizado de un Röhr Junior, y era bastante avanzado y aerodinámico para la época, teniendo en cuenta que fue creado en 1933, a saber, las ruedas cubiertas de carrocería y los faros integrados. El interior cuenta con cuatro asientos y la posibilidad de abrir el capó para introducir aire en el habitáculo.

Finalmente, el Röhr Tatzelwurm nunca llegaría a producirse y sólo se fabricó un prototipo. Este ejemplar único permaneció en posesión de Ostwald y su familia durante casi 40 años, hasta que fue adquirido por un coleccionista.

El 3 de febrero, Artcurial lo subastó en el Salón del Rétromobile por 38.144 euros. Junto con el coche iba toda la documentación original, incluido el proyecto de construcción de este ejemplar único.