70 mm: Bullit (1968)

La típica película policíaca de los 60, hasta cierto punto… Una vez más Solar Productions hace historia en el mundo del cine, pero marca para siempre el mundo del automóvil.

En esta ocasión, Steve McQueen es Frank Bullitt, un detective de la policía de San Francisco asignado por Walter Chalmers (Robert Vaughn), como responsable de proteger a un testigo con conexiones con una familia del crimen de Chicago. En uno de los turnos de protección policial, el testigo abre la puerta y dos asesinos a sueldo entran por la fuerza, consiguiendo dispararle a él y al policía de guardia.

Tras un segundo intento de asesinato evitado en el hospital, el testigo fallece, a petición de Frank la muerte se mantiene en secreto para encontrar a los asesinos.

Siguiendo las pistas se encuentra con el taxista (Robert Duval) que transportó al testigo por San Francisco, quien le ayuda a recrear el día de la víctima. Durante esta recreación Frank se percata de la presencia constante de un Dodge Charger negro.

Hasta este momento no hay nada especial ni destacable, es sólo una buena película de policías. Pero desde el momento en que se oye el chasquido del cinturón de seguridad del Charger, son diez minutos de acción y, sin duda, la mejor persecución jamás grabada. 

Sin música de fondo, sólo el rugido de los motores resonando por las calles de San Francisco, esta persecución a gran velocidad culmina con el Charger estrellándose y explotando. La genialidad de la persecución reside en el realismo y la habilidad de los implicados, Bill Hickman, Bud Ekins y McQueen han practicado la coreografía a gran velocidad, primero en la pista y luego trasladándose a las empinadas cuestas de la ciudad. Esta búsqueda del realismo queda patente en el vídeo que se muestra a continuación, con una perspectiva documental de la producción, en el que se puede ver todo el trabajo realizado para llegar al producto final.

Después de que su querido Mustang resulte dañado durante la persecución, Frank es trasladado por su novia Cathy (Jacqueline Bisset) en un Porsche 356 C Cabriolet, a un hotel al que había llamado el testigo. En este punto la historia empieza a cobrar sentido y es posible comprender qué ocurrió realmente y cuál es la verdadera identidad del testigo…

Dejo a los lectores que descubran el final, esta película merece la pena verla no sólo por la persecución sino también por la historia.

En definitiva todo esto es producto de la pasión de McQueen por los coches, ya en las escenas iniciales durante los créditos se puede ver aparcado en el parque su famoso XKSS apodado “rata verde”.

La gran implicación de McQueen a lo largo de la producción, especialmente en la persecución, destaca por su realismo y atención al detalle, en la que los legendarios dobles Bill Hickman y Bud Ekins junto con McQueen demuestran su talento al volante de vehículos extremadamente complicados de conducir.

El Mustang GT es un modelo de 1968, con carrocería fastback y motor 390 (6.2L). El coche fue ampliamente modificado en cuanto a suspensión, admisión y escape, siguiendo las indicaciones de McQueen y los requisitos de producción, siendo lo más peculiar hacer abolladuras y arañazos a propósito, según McQueen un coche de policía no podía estar inmaculado. A pesar del trabajo de preparación del Mustang, hubo constantes problemas causados por los saltos.

Por otro lado el coche definitivo del villano, el Dodge Charger 440 R/T de 1968 completamente original, sin modificaciones fue capaz de hacer todo el rodaje sin averías.

Según fuentes cercanas al actor, el Ford Mustang utilizado en Bullitt fue el coche que más lamentó no comprar. Al cabo de unos años consiguió localizar al nuevo propietario e intentó adquirir el Mustang, pero no pudo. A día de hoy pertenece a la misma familia. El segundo Ford Mustang dado por perdido para siempre fue rescatado recientemente de un desguace en México.

Esta persecución ha sido replicada y referenciada más veces de las que es posible contar, pero nunca llegaron a captar del todo la esencia del original.