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Por Tiago Nova
Nissan presentó seis prototipos en el Salón del Automóvil de Tokio de 1987, pero uno de los que saltó más a la vista fue el Nissan Judo, un automóvil alto de dos plazas, con un diseño que recordaba a un deportivo en un chasis del Jeep Wrangler.
El judo tenía una longitud de 3990mm, 1600mm de ancho y 1580mm de altura, que hacía que fuera tan largo y ancho como un Volkswagen Golf de segunda generación, pero más alto. Tenía un aspecto agresivo en el frente, con faros de largo alcance en el medio, un cabrestante oculto en el parachoques trasero y el neumático de repuesto integrado en la parte trasera. El techo fue diseñado para recoger unos centímetros, dando un aspecto futurista y un estilo Targa. Los neumáticos eran grandes, de Bridgestone, con llantas blancas de seis pernos.
El interior tenía un diseño simple, teniendo todos los botones y palancas en la consola central, dejando el tablón libre para dos salidas de aire rectangulares. Tenía un volante de tres brazos, con un panel de instrumentos analógico. Podía llevar a dos personas, y el espacio detrás de los bancos podía ser usado para llevar a dos personas más, en viajes pequeños y siempre que no fueran grandes.
El motor era un 2,0 litros turbo de cuatro cilindros que cargaba 210cv a las 6800rpm y 264Nm a las 3600rpm, números que impresionan mucho más por ser un coche pequeño de finales de los 80. La potencia se transmitía a las cuatro ruedas a través de una caja de cinco velocidades manual e incluía el sistema Nissan Advanced Total Traction Engineering System for all-terrain, el famoso ATTESA, conocido en el Nissan Skyline GT-R.
Judo no tenía luz verde para la producción, como era de esperar, pero sirvió de inspiración para el Suzuki X-90 lanzado en 1995.
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