Clásicos • 18 Jan 2023
Término inglés tomado de la medicina, el “lifting” designa, en Brasil, una especie de cirugía plástica sutil realizada muy a menudo por la industria automovilística para rejuvenecer modelos con algunos años de “vida útil”. Del mismo modo que los médicos eliminan las arrugas y suavizan las marcas de la edad para dar a sus pacientes un aspecto más juvenil, los diseñadores de automóviles también promueven pequeñas correcciones estilísticas para dar a sus vehículos más antiguos un nuevo y refrescante aspecto.
Sin embargo, a diferencia de un restyling, que es una “cirugía” mucho más profunda que puede cambiar radicalmente el aspecto de un coche, un lifting debería ser un cambio más cosmético, a veces apenas perceptible. Pero no siempre es así. En algunos casos, el lifting va un poco más allá. En otros, el restyling es muy tímido. Esto puede incluso confundir a los consumidores sobre lo que realmente se ha hecho: al fin y al cabo, ¿el coche ha sufrido un lifting o un restyling?
En cualquier caso, no hay nada éticamente malo en intentar revitalizar modelos ya cansados: hasta que un sucesor ocupa finalmente su lugar, desarrollar un coche nuevo lleva al menos cuatro años de trabajo y decenas de millones de euros. Salvo por el hecho de que esto puede estimular un consumismo incompatible con la conciencia medioambiental contemporánea, el cambio de un coche por un nuevo juego de ópticas o un embellecedor extra sólo puede interesar a quienes no dan mucho valor a su dinero. Quienes realmente entienden que un coche es un bien duradero, y saben cuánto se deprecia desde que sale del taller, suelen ignorar tales facelifts como reclamo de venta.
Sin embargo, el problema de estos liftings no es sólo el estímulo al consumismo. Como ocurre con algunas cirugías plásticas fallidas, algunos resultados pueden ser embarazosos. El rediseño de una parrilla delantera, un parachoques, un conjunto óptico o los faros traseros, por ejemplo, puede ser groseramente diferente del conjunto imaginado por los diseñadores del modelo original, dando al vehículo un aspecto extraño. En estos casos, cualquier profano puede ver que los nuevos componentes no “hablan” con la carrocería antigua. A veces incluso son antagónicos. Es la novedad por la novedad, sin ninguna justificación estética para el cambio. El sentido común se queja -no sin razón- de que el aspecto antiguo era mucho mejor. Esto es más frecuente de lo que uno puede imaginar. Hay muchos ejemplos y cada uno puede hacer su propia lista.
Particularmente, no me gustan las Facelifts, ni las reestilizaciones. Con excesos muy raros, los resultados siempre me parecen visualmente desagradables, parches mal hechos, algo más para buitre que para colibrí. Tal vez porque muchos de estos cambios son realizados por profesionales que no participaron en el diseño original del vehículo. Para mí, no hay nada como un modelo de parachoques diseñado por el mismo diseñador o por el mismo equipo de diseño.
Fotos: Eduardo Scaravaglione
Irineu Guarnier Filho es brasileño, periodista especializado en agronegocios y vinos, y un entusiasta del mundo del automóvil. Trabajó 16 años en un canal de televisión afiliado a la Red Globo. Actualmente colabora con algunas publicaciones brasileñas, como Plant Project y Vinho Magazine. Como antigomobilista ya escribió sobre automóviles clásicos para blogs y revistas brasileñas, restauró y coleccionó automóviles antiguos.