Ford Prefect, una buena vista para los ojos cansados

Una “Daily comute” termina por formar parte del día a día de gran parte de nosotros, particularmente por el habitual binomio incompatible lugar de trabajo – localidad de residencia. Por la experiencia personal de un no muy fatigante viaje de 35 minutos al amanecer y al atardecer, el entretenimiento pasa por una mezcla de podcasts, carspotting local y análisis a las salidas y llegadas de los stands a la vera de la nacional. A pesar de la ocupación temporal antes mencionada, existe un punto específico que, sin falta, me atrapa la mirada, o no fuera uno de los lugares de estacionamiento del hotel Minho Bela, al norte de Vila Nova de Cerveira, lugar de descanso de un centenario, un Ford Prefect de 1953.

Tal fue la intriga por el automóvil que en diciembre pasado finalmente cumplí la conversación que deseaba tener con el propietario, no saliendo desilusionado. Después de haber poseído varios coches clásicos en el pasado, incluyendo dos DS en estado de concurso, admite las presiones de su media naranja para deshacerse de los “viejos pedazos de óxido”, lo que no le ha disuadido de comprar el ejemplar en este análisis hace algunos años. Con la charla de conversación terminamos abordando las perfecciones e imperfecciones del modelo, desde el motor que “nunca falla”, a los signos de desgaste en los cromados y evidencias de corrosión en las cavas de las ruedas, faltando apenas la tan afamada cuestión: “¿Puede ponerlo a trabajar?”. La respuesta era evidente y la reacción previsible, o no encajaba el sonido del Prefecto tan perfectamente en su imagen.