Toyota Corolla 1200 Delivery Van, un automóvil lleno de recuerdos

Clásicos 15 Ago 2023

Toyota Corolla 1200 Delivery Van, un automóvil lleno de recuerdos

Por Carlos Lourenço

El Toyota Corolla 1200 Delivery Van de 1974 (KE26) fue adquirida por mi padre en Toyota, donde trabajaba, para celebrar mi nacimiento.

El vehículo estaba casi como nuevo ya que la matrícula era solo del año anterior a mi nacimiento. El problema era que éste había sufrido un accidente y había sufrido daños en gran parte de su carrocería y no tenía ruedas delanteras.

Lo que facilitó el transporte fue el hecho de que el garaje de mi padre estaba a unos 800 metros de la fábrica de Toyota y el camino era siempre hacia abajo. Según mi padre, el coche fue transportado a través de una viga de madera y con la ayuda de sus compañeros de trabajo.

La restauración del vehículo fue larga, pero con muchas horas de trabajo, lograron poner el Corolla 1200 Delivery a su antiguo esplendor. A partir de ese momento pasó a ser el medio de transporte para toda la familia.

Recuerdo los viajes de fin de semana de Lisboa a Alhandra sentado en el regazo de mi abuelo, en broma, en el asiento de atrás. En aquella época, eran largos viajes por las carreteras nacionales y hoy en día pasan en un instante.

Este vehículo también se utilizaba para nuestros viajes de vacaciones por todo el país nunca negándose a nada y a veces muy bien cargado. Cada vez que lo lograba, me sentaba en el asiento del conductor imaginando que era yo el que iba conduciendo, recuerdo que cuando tenía diez años mi padre me dejaba conducir tres o cuatro metros en un estacionamiento, en el Alentejo, para desviar el coche de la parte trasera de otro vehículo que iba a salir del estacionamiento, está claro que era mi padre empujando el coche.

En nuestros viajes a Andorra, lo único que recuerdo haber ocurrido fue tener que cambiar una vez el rodamiento de la rueda delantera, a la izquierda, en un estacionamiento pero como mi padre era mecánico siempre iba prevenido.

Sin embargo, lo que más me marcó en la larga historia de este automóvil fue cuando tenía once o doce años. Mi padre iba todas las noches a buscar a mi madre al trabajo, y esta vez, habían llevado a una vecina que trabajaba en la antigua tabaquería en la avenida Marechal Gomes da Costa. Esa noche estacionaron en el paseo junto a un árbol, de repente, oyeron un estruendo y mi padre cuenta que sólo recuerda tener el techo del auto empujándole la cabeza hacia abajo y que mi madre se quedó sentada en la acera.

Había ocurrido un grave accidente de tráfico con un vehículo de limpieza de calle, en el que los frenos habían fallado lo que resultó en estrellar un vehículo de la Carretera Nacional, que a su vez chocó con el árbol donde estaba estacionado mi padre. El árbol se cayó en el techo del auto, yo estaba durmiendo y mis padres estaban en peligro de muerte, cuando me enteré a la mañana siguiente me asusté y quedé destrozado al ver el estado en que el auto quedó.

Debido a este accidente, el automóvil sufrió nuevamente un proceso de restauración, pero la Corolla volvió a nuestras vidas y a nuestras aventuras recorriendo todos los rincones de nuestro hermoso país e incluso a algunas incursiones internacionales.

Estuvo con nosotros muchos años hasta que mi padre empezó a hablar de cambiar el vehículo por uno más moderno. Siempre soñó con un Celica GTi de 4ª generación, el AT160 pero era muy caro así que tal vez un Corolla DX decía él. Esto me causó cierta preocupación porque iba a perder mi coche y mis recuerdos, así que siempre traté de desalentarlo, con un poco de ayuda de mi madre.

En 1997, cuando pasé la efectiva en mi trabajo, junté mis sueldos y con alguna ayuda de mi madre compré el tal Celica, lo escondí en mi trabajo durante unos meses y cuando cumplió años le propuse un negocio, yo cambiaba el Celica por el Corolla, y así sucedió.

Me sentí feliz propietario del automóvil de la familia porque mi Toyota Celica TA22, que ya salió en este periódico, estaba pasando por la larga y penosa fase de restauración .

Fue mi primer auto y fue en el que hice los primeros viajes, conocí a mi esposa, empecé a salir con mis amigos y empecé la historia de mi vida.

Finalmente, y derivado de la edad, decidí hacerle un trasplante de corazón, articulaciones, sistema circulatorio, sistema muscular lo que resultó en un pequeño monstruo, que a causa de mi vena deportiva ya compitió en Rally de velocidad, regularidad avergonzando, en el proceso, algunas máquinas.

Hoy descansa en el garaje junto a un hermano que, aunque más vistoso, no se compara con el placer que tengo en conducir el Toyota Corolla 1200 Delivery Van. Todavía tengo mi silla de bebé que usaba en los 70 y que ahora usan mis hijos.

A menudo voy al garaje para sentarme en el auto y recordar todas las cosas que he vivido y soñar con todo lo que vendrá.

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