El número 27

Todos tenemos una relación especial con cierto número. Lo más habitual será, quizás, la conexión que tenemos con lo que corresponde a nuestra fecha de nacimiento. No obstante, la Vida nos va colocando ante otras vivencias, experiencias y acontecimientos que nos llevan a despertar para el sentido de otros números, absorbiéndolos y tomando parte en ellos.

En cuanto a los deportes de motor, hay quienes se aferran tanto a nuestros héroes que se convierten en sinónimos de ellos. Todo el mundo sabrá quién será siempre el 46 en las dos ruedas; todo el mundo sabe quién es el “red five”, mago de bigote allí en los años noventa que más tarde, curiosamente, vería su mismo 5 rojo ser comprado por un 5 alemán más reciente. Continuando un poco más, ¿qué decir entonces del 44 y del 33 que ahora anda justamente camuflado con el 1?

Hoy es domingo 27, y este es uno de los números que queremos escribir por extenso: veintisiete. Al pensar en él, sobre un fondo rojo de pasión y de peligro, viene a la memoria el arte del coraje y de la osadía de la mano con la sensibilidad y la fina astucia de quien dibuja y hace que suceda su camino. Viene a la memoria una imagen de dos caras complementarias fundidas en una sola: al volante, el rostro compenetrado en una concentración mayor; fuera de él, la sonrisa tierna de quien vive la pasión de una vida junto a los suyos.

Hablamos, claro está, del 27 de Gilles Villeneuve. El que hoy os escribe no lo ha visto correr en directo, sino que su presencia atraviesa de tal manera los tiempos que se hace muy viva. Aquel 27, que partió mientras intentaba alcanzar la parte del límite que escapa a los mortales comunes, permanece por la existencia del tiempo.

Algunos años después, surgiría el 27 pintado ya en sí mismo de rojo, en las manos de quien sería para muchos también un eterno número 1.

Todos tendremos un número y hoy es domingo 27.