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Archivos • 11 Out 2023
Norseman, el Chrysler que permanece en el fondo del Atlántico
Por Pedro Fernandes
En la noche del 25 de julio de 1956, a lo largo del estado de Massachusetts en la costa este de Estados Unidos dos transatlánticos navegaban en ruta de colisión. El impacto era inevitable y las consecuencias del mismo dictarían el naufragio de uno de los paquetes italianos más emblemáticos de la historia, el Andrea Doria. En la bodega del navío seguía el Norseman, un coche que ni siquiera debía encontrarse a bordo del barco malogrado y que permanece, hasta la actualidad, en la oscuridad de las profundidades del Atlántico.
El Chrysler Norseman nació de la creatividad del prolífico diseñador Virgil Exner, que fue responsable de más de 20 modelos de automóviles diferentes para las marcas Studebaker, DeSoto, Stutz, Dodge, Plymouth y Chrysler. Exner fue también el impulsor de lo que se conoció como el “forward look” de Chrysler, una filosofía estilística que popularizó muchos de los elementos que marcaron el lenguaje de diseño de los automóviles americanos en la década de 1950. En el contexto del “forward look”, Exner conceptualizara el Norseman para asumir como la expresión máxima de las tendencias que regían el estilo de la gran constructora americana en aquel período.
Un punto verdaderamente único del diseño del Norseman era el techo; una apuesta audaz por parte de Exner, que pretendía maximizar la visibilidad hacia el exterior, esta dictaba la ausencia de pilares A y B en el automóvil. El techo del Chrysler Norseman se apoyaba únicamente en los robustos pilares C pues toda la estructura era en consola. El parabrisas del Norseman también estaba especialmente diseñado para su uso en el automóvil. No solo la forma del mismo necesitaba ser extremadamente compleja debido a que podía eludir la ausencia de los pilares A, sino que por la misma razón, el vidrio de ese elemento estaba obligado también a proporcionar apoyo estructural al techo. Para realizar con éxito esta función, el parabrisas del Norseman era a prueba de roturas lo que, junto con la forma desafiante del mismo, dificultó bastante su fabricación. Sin embargo, a pesar de los cuidados con respecto a la resistencia del parabrisas, el techo peculiar del Norseman encontraba-si – en teoría – preparado para la eventualidad de un vuelco con Chrysler a afirmar públicamente que éste estaría habilitado a soportar ocho veces el peso total del automóvil si fuera necesario, afirmación que, sin embargo, no estaba basada en datos concretos, ya que no se había realizado ninguna prueba de colisión o vuelco hasta entonces.
El Norseman fue refinado en las mesas de dibujo de Chrysler durante un año y el desarrollo del modelo en sí requeriría 15 meses de trabajo continuo. Sin embargo, la construcción del automóvil no corrió a cargo de la compañía estadounidense. Chrysler decidió que la compleja carrocería del Norseman se desarrollaría más rápidamente y con menos problemas si se hacía cargo de la Ghia en Italia. Carrozzeria Ghia, fundada en 1916, poseía una amplia experiencia en la construcción de automóviles únicos (o de producción bastante reducida), haciendo de la empresa una candidata ideal para hacer frente al desafío de transformar la visión de Exner en realidad. El diseñador viajó a Italia en 1954 con el fin de informar a la Ghia acerca de las particularidades del proyecto; la compañía de Turín daría vida al Norseman únicamente con las instrucciones de Exner y bocetos, no existiendo aún en la fecha de construcción el modelo a escala en barro que usualmente acompaña el desarrollo de un automóvil. El método utilizado para dar forma al Norseman fue lo más tradicional posible; los paneles del Concept car fueron simplemente batidos a mano y trabajados sobre moldes de madera. El Norseman estaba compuesto enteramente de aluminio, un esfuerzo por parte de Chrysler para que el peso del gran automóvil no fuera excesivamente restrictivo al rendimiento.
Es relevante señalar que el Norseman no se constituía como un ejercicio estilístico estático solo para exposición; el automóvil fue construido sobre un chasis especialmente conceptualizado al efecto, encontrándose completo y 100% funcional cuando dejó las instalaciones de la Ghia. Equipado con un motor Hemi V8 de 5.4L con cerca de 235 caballos de fuerza y transmisión automática “PowerFlite” (un sistema controlado por botones que Chrysler utilizó en sus modelos durante casi una década), el Norseman era, en la fecha del fin de su construcción, tan competente para el uso en carretera como cualquier otro producto del constructor estadounidense.
Con interiores futuristas y cómodos en piel a juego con el color de la carrocería, el Norseman parte de Italia preparado para cumplir con distinción el papel de atracción principal de los stands de Chrysler en los salones de 1957. La creación de Exner había costado cerca de 150 mil dólares a desarrollar; ajustándose a la inflación, ese valor correspondería en la actualidad a casi un millón y medio de dólares. Así, con un coste bastante significativo y una función importante a caer, en julio de 1956 Chrysler estaba ansiosa por recibir el nuevo automóvil en Estados Unidos.
Esa ansiedad de la compañía no se refería tanto al capital involucrado, sino al futuro del Norseman en calidad de espectáculo. El automóvil necesitaba aún pasar por diversas pruebas antes de ser presentado al público y a la prensa y, según el historiador Peter Grist, la Ghia se encontraba entonces retrasada varias semanas en la entrega del Norseman. Este retraso hizo que el automóvil no fuera transportado a bordo del buque de carga en el que estaba previsto viajar; en cambio, el Norseman acabaría por embarcar más tarde en Génova en el primer barco disponible con destino a Nueva York: el SS Andrea Doria.
Las cuatro fotos existentes en las que se muestra el Norseman ya terminado (dos del exterior y dos del interior) fueron obtenidas por funcionarios de la Ghia antes de que el automóvil fuera colocado en un contenedor de madera y embarcado en el transatlántico; la gran mayoría del equipo de Chrysler que trabajó en el proyecto acabaría nunca por ver el Norseman terminado y las imágenes registradas antes del embarque en el Doria son la única evidencia visual de la conclusión del automóvil. La Ghia no se preocupó especialmente por la documentación visual del producto terminado, pues el Norseman sería una estrella de los salones y miles de imágenes del automóvil vendrían seguramente a ser registradas.
El Andrea Doria zarpa de Génova el 17 de julio pero no se dirige directamente a Nueva York, atracando primero en Cannes y luego en Nápoles y Gibraltar para embarcar más pasajeros. Al partir hacia el Atlántico, el buque llevaba a bordo a 1706 personas y más de 400 toneladas de carga. El Doria estaba al servicio de la compañía Italia di Navigazione S.p.A. hace apenas cinco años, pero en ese corto tiempo de vida ya adquirió una sólida reputación como uno de los medios más agradables de cruzar el océano. Los transatlánticos italianos eran conocidos por el lujo extremo que ofrecían a los pasajeros de primera clase y el Andrea Doria no era una excepción.
Pocos días después de que el Andrea Doria zarpara de Génova, al otro lado del Atlántico, el Stockholm (paquete de la Swedish American Line) partía de Nueva York con destino a Gotemburgo en Suecia. En comparación con el Doria, el Stockholm era un barco pequeño – aproximadamente la mitad del tamaño del paquete italiano – y anticuado, pero era igualmente robusto y se encontraba preparado para hacer frente a los requisitos del Atlántico Norte, especialmente con el hielo. En ruta de colisión frontal, los dos buques se encontrarían poco después de las once de la noche del 25 de julio.
La niebla era intensa y no había contacto visual entre los barcos. Con las tripulaciones malinterpretando la información de sus radares, las maniobras finales de los transatlánticos resultaron en un impacto de la proa rompehielos del Stockholm en el casco del Andrea Doria a estribor. La brecha de doce metros dicta el principio del fin para el Doria con el océano Atlántico reclamando el buque once horas después del impacto. 46 personas perdieron la vida en el desastre. Stockholm logró regresar a Nueva York y fue reparado y sigue activo. Navegando desde 2004 con bandera portuguesa, primero como Azores y actualmente como Astoria, el Stockholm ha conseguido evitar año tras año ser enviado a desmanteladores.
Centrándose de nuevo en el Norseman, el comunicado de prensa emitido por Chrysler el 26 de julio después del naufragio del Andrea Doria describe algunos detalles interesantes sobre el Concept car, a saber, que la pintura del automóvil consistía en un verde metálico en dos tonos con un “toque” de rojo en los relieves de las sisas de las ruedas; este esquema no siguió las recomendaciones originales de Exner, el cual idealizó un exterior plateado con interiores en rojo. También se indica que el automóvil tenía varios elementos automáticos que permanecían ocultos cuando no eran necesarios; este era el caso de los faros, las manijas de las puertas y el dispositivo de apertura del maletero. También se encontraban en la lista de innovaciones presentes en el Norseman el vidrio trasero eléctrico que recogía para el interior del techo y los paneles lisos que cubrían toda la parte inferior del vehículo para mejorar la aerodinámica del mismo. El comunicado de Chrysler al momento de la pérdida del Norseman menciona también las dimensiones imponentes de la creación de Virgil Exner, apuntando longitud y anchura de, aproximadamente, 5,78 y 2,03 metros. Para poner estos valores en perspectiva utilizando una referencia moderna, se considera que el Norseman era más largo y más ancho que el actual Rolls Royce Phantom VIII.
Exner no fue informado del naufragio del Andrea Doria hasta cinco días después del incidente. El creador del Norseman se encontraba a la fecha hospitalizado recuperándose de una intervención quirúrgica delicada al corazón y el Presidente de la Chrysler decidió omitir lo sucedido para permitir algún tiempo adicional de recuperación al diseñador antes de confrontarlo con la desafortunada noticia.
En la compilación de historias curiosas sobre coches infames publicada en 2017 por Keith Martin, la investigadora Linda Clark reportó que, en 1994, el buzo David Bright fue la primera persona en encontrarse con el Norseman desde el naufragio del Doria en 1956. Bright describió la apariencia de la originalmente impresionante Concept car como “un montón de chatarra indiscernible”, solo identificable por la presencia de los neumáticos. No se conoce el estado actual del automóvil, pero sin duda quedará poco del mismo. El descenso al Andrea Doria, que ya ha reclamado 13 vidas entre las cuales la del propio David Bright en 2006, es frecuentemente descrito como “el Everest para buzos” y las condiciones en los restos del navío son extremadamente desafiantes, lo que hace improbable que alguien más pueda entrar en el espacio en el que viajaba.
También de acuerdo con Clark, al elaborar una biografía de Virgil Exner, el historiador Peter Grist habría encontrado documentación por parte de Chrysler, la cual informaba que después de ser expuesto a lo largo de 1957, El Norseman estaría destinado a un crash test de modo a probar la resistencia del techo en consola, un fin poco ceremonioso para un automóvil cuyo desarrollo requirió tal esfuerzo monetario. Grist afirma que Exner había preferido que la desaparición del Norseman hubiera venido asociada al naufragio del Andrea Doria. Además, es innegable el tono casi poético que el hecho de que el fin del Escandinavo, cuyo nombre significa “Escandinavo”, haya sido dictado por otro Escandinavo – el Stockholm – confiere a la situación.
A pesar de la pérdida del automóvil, es posible que el lenguaje de diseño del desafortunado Concept car de Chrysler haya influido en otro modelo, el (AMC) Rambler Marlin de 1965. El creador de Marlin, Richard A. Teague – también padre del popularísimo Jeep Cherokee XJ – había trabajado para Chrysler a mediados de los años 50, pudiendo entonces especular acerca de una familiaridad de Teague con las líneas del Norseman. Aunque distintos en una multiplicidad de aspectos, es imposible no percibir el diseño básico de la parte posterior Fastback de Marlin de 1965 como muy próximo al implementado en la creación de Virgil Exner.
Pero en un futuro próximo, el legado del Norseman tal vez no se limite a la pérdida en el naufragio del Andrea Doria o a la (probable) influencia estilística en el Rambler Marlin, pues se encuentra en desarrollo una nueva encarnación del Concept car. Sin embargo, esta vez no se trata de un esfuerzo de Chrysler sino de un proyecto personal del entusiasta Anthony Martino. El currículo de Martino en la recreación de Concept Cars de la década de 50 y otros automóviles únicos es significativo, siendo este responsable por la construcción de réplicas de la limusina presidencial Lincoln Continental SS-100-X de John F. Kennedy, del Lincoln Futura (automóvil que fue utilizado como base del Batmobile en la serie de los años 60 con Adam West) y del Pontiac Club De Mer, showcar en GM Motorama en 1956. Martino participó igualmente en la restauración del Chevrolet Biscayne y de La Salle II Roadster Prototype, ambos automóviles de Motorama de 1955, los cuales fueron presentados al público, respectivamente, en el Concours d’Elegance of America en 2010 y Amelia Island Concours d’Elegance en 2012.
El proyecto de recreación del Norseman está en desarrollo desde 2007. A diferencia del original, la réplica de Martino sustituye el aluminio por la fibra de vidrio, factor que debería frustrar a algunos entusiastas. Además, es probable que muchos de los detalles en esta futura recreación del Norseman no sean fieles al concepto original; la propia falta de datos concretos acerca del automóvil promueve esa realidad. Sin embargo, el simple hecho de que todavía exista la voluntad y la ambición de recrear el Norseman 65 años después de su desaparición, demuestra que el vistoso automóvil, aunque perdido en las profundidades del Atlántico, se encuentra muy presente en el imaginario de sus entusiastas.