Cápsulas del tiempo: Nardi, la historia a su alcance

Invariablemente cuando hablamos de automóviles, rápidamente la conversación se reduce a las prestaciones del modelo – potencia, par, velocidad máxima, 0 a 100 – y así sucesivamente.

Pero si prestamos atención, hay elementos distintivos en un vehículo automóvil que siempre nos han fascinado, y cuya presencia normalmente confiere al conjunto ese toque especial que distingue ciertos modelos de los demás. A menudo son elementos puramente estéticos. Podemos mencionar las llantas de aleación, unas faldas más pronunciadas, unos neumáticos de bajo perfil, un conjunto de escape más pronunciado y estilizado, que, cuando utilizados y combinados entre sí, confieren una “raza”una agresividad, un espíritu de competición a determinado vehículo o modelo.

Los volantes Nardi son uno de esos elementos que, desde el inicio de la historia de la marca, han ayudado a transmitir el posicionamiento de competición, elegancia y distinción de las marcas a las que Enrico Nardi siempre se ha asociado.

La sensación que un automóvil nos transmite está en estos pequeños detalles, no solo en el sonido y prestaciones del bloque motriz, en la eficiencia de sus frenos, sino también en el tacto, olor y sensaciones que el habitáculo transmite a su usuario. ¡El volante es el elemento que conecta al conductor y la experiencia individual de cada uno, a la potencia que el vehículo transfiere a las ruedas, y qué mejor manera hay que hacerlo con estilo!

La conexión de Nardi con Ferrari es un ejemplo de ello, ya que equipó todos los modelos de la marca de Maranello entre 1959 y 1965. Porsche y Mercedes fueron otras de las marcas de prestigio que contaron con volantes Nardi, equipando modelos como el Porsche 356 y en la Mercedes el 300 SL en sus versiones Gullwing y Roadster.

Actualmente, y conociendo el genio y atención al detalle que Horacio Pagani dedica a sus creaciones, reconocemos que el legado de Enrico Nardi ha permanecido intacto a lo largo de los tiempos, ya que sigue siendo la elección de este constructor para equipar las obras de arte rodante que salen de su “atelier”.

La simplicidad estética de esta marca de Turín escribió su historia con una aleación de aluminio recubierta de madera trabajada a mano, permaneciendo así en el imaginario de los amantes de los automóviles, como una de las referencias del buen gusto italiano y el espíritu de competencia de sus clientes.