Archivos • 25 Fev 2023

El séptimo arte y el automovilismo comparten la simbiosis del entretenimiento de las masas. Los cines representan todavía hoy una forma de recreo, ya sea este personal o familiar. Para todos los gustos y tamaños, los cines se llenan de variedad, agradando al más inusual de los clientes. Los automóviles y el cine se complementan. De hecho, un gran número de títulos se dedican a los automóviles y a lo que éstos mueven. Los coches en el cine no se limitan a la pantalla. A pesar de estar muy démodé, la oportunidad de ver un clásico del cine en la comodidad de su automóvil puede estar a la vuelta de la esquina.
Todos los condicionantes de esta pandemia implican un distanciamiento social que los cines convencionales tendrán que cumplir. De repente, los autocine surgen como una alternativa seria y audaz de mantener la industria cinematográfica a flote. ¡Para las familias, será probablemente una oportunidad nueva y divertida de planear un fin de tarde o hasta una salida romántica, para los más enamorados!

La historia de los autocines se remonta a los años treinta. Incubadora de grandes ideas, el drive-in es solo una de las innovaciones que este país ha dado al mundo, y que tuvo su apogeo a mediados de los años sesenta. Richard Hollingshead, quien patentó su idea en 1933, abrió su primer Park-In Theater el 6 de junio del mismo año.

El origen de la idea fue cómico, ya que los asientos disponibles en los teatros/ cines eran relativamente incómodos y pequeños, fueron las repetidas quejas de la madre de Hollingshead, inventor del concepto, que llevaron a éste a diseñar el que sería el primer Park-In Theater. Sería, pues, algo tan simple como ver una película en la comodidad de su automóvil. La idea, por sí misma, no era un gran desafío, especialmente en comparación con la tarea de diseñar una solución viable de imagen, sonido y espacio. La cuestión de la meteorología fue siempre otra de las condicionantes que asoló los drive-ins desde el principio.
En su propia vivienda, Hollingshead hizo ensayos con lo que tenía disponible, en particular un proyector Kodak 1928 de 16 mm, que mondado sobre su automóvil, proyectaba para una pantalla improvisada entre dos árboles. El sonido fue colocado detrás de esta pantalla, al menos provisionalmente en los inicios de este método exterior.

Tras el registro de la patente, el creador del concepto abrió la empresa Park-In Theaters, Inc, y pasó a comercializar el concepto, cobrando 25 centavos por coche y 25 centavos por cada persona en el interior del automóvil. Después del éxito inicial y el interregno de la Segunda Guerra Mundial. Fue en 1949 que se inició la expansión exponencial de los drive in, año que en la patente expiró. En su apogeo, América albergó cerca de cinco mil de estos establecimientos, siendo que uno de los mayores se extendía por 28 hectáreas y tenía capacidad de recibir más de dos mil quinientos automóviles. Desde el original, en Nueva jersey, los drive in se han desarrollado con cada vez más atracciones, días temáticos, restaurantes, etc. El problema de la calidad del sonido resultó ser resuelto con un emisor FM que permitía al conductor sintonizar la radio de su coche y disfrutar de la película con mayor calidad. La marca que los cines drive in dejaron en la sociedad, y especialmente en el séptimo arte, pasa mucho por el día relajado en familia, o por el encuentro romántico y la privacidad que la noche permitía.

La imagen de mil novecientos sesenta, la época dorada del automóvil, y toda esa mística mueve nuestra nostalgia más clásica dentro de nosotros. Especialmente cuando hoy miramos la cantidad de coches que llenaban los autocines, y, que en esa época, ¡ni se soñaba que fueran clásicos!
En Portugal, los cines drive-in nunca tuvieron éxito, ni tampoco marcaron la sociedad, cuando la comparamos con América. Es curioso pensar que la comodidad del automóvil fue una de las piedras principales en la base del concepto de Park-In Theater. Sabemos bien que los coches americanos en la fecha eran espaciosos y muy cómodamente transportaban 6 personas. Uno de los conceptos más fascinantes de confort automovilístico es el Buick Flamingo y sus bancos giratorios.

El fin de los cines drive in puede atribuirse a muchos factores, como la democratización de la cinta VRC y el descenso de los automóviles para hacer frente a la crisis de los combustibles de 1973 parecen ser los más evidentes. También hay quien atribuye esta caída en el número de autocines al mercado inmobiliario, ya que muchas veces el valor del terreno superaba en mucho los ingresos obtenidos.

Los supervivientes recurren a días temáticos y, sobre todo, a la explotación de refrescos y aperitivos como forma de aumentar los ingresos. Sería interesante ver en Portugal un drive in de éxito. Quién sabe hasta dedicar un día especial a automóviles clásicos… será ciertamente interesante ir al cine con un gusto especial la exposición automóvil. Seguro que me gustaría… y el lector? ¿Sabes qué película me gustaría ver?
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