Clásicos • 17 Abr 2023
Los automóviles y las Exposiciones Universales: La Expo 92 en Sevilla
Por Marco Santos
1992, pero para contar la historia de un automóvil que debería haber sido una de las estrellas de la Expo 92 y que por una gran desgracia acabó por no serlo.
Estábamos el 18 de febrero de ese año, a poco más de dos meses de la inauguración de la exposición, cuando alrededor de las 13:35 estalló un incendio en el Pabellón de los Descubrimientos que en el espacio de tres horas destruyó la mayor parte del edificio y de sus contenidos. Las obras habían andado a buen ritmo y éste se encontraba prácticamente concluido estando los equipos de trabajadores en el proceso de montaje de la exposición. Del conjunto del Pabellón de los Descubrimientos se salvó solo el Cine Espacial Omnimax Alcatel que fue un éxito entre los visitantes.
El Pabellón de los Descubrimientos era uno de los cinco pabellones temáticos de la Expo (Los otros eran Futuro, Naturaleza, Navegación y Siglo XV), y estaba pensado para quedarse como un espacio museológico en la post-exposición. Para ello la organización había colocado una gran inversión y empeño para que fuera desde los puntos de vista arquitectónico, expositivo y tecnológico, uno de los símbolos de aquel evento. En él se pretendía exponer de forma antológica la capacidad de descubrimiento del Hombre a lo largo de los últimos cinco siglos, algunos de los hitos tecnológicos y científicos de una humanidad cada vez más ligada por los diversos medios de comunicación.
Entre los contenidos perdidos irremediablemente en el fuego causado por una chispa proveniente de un aparato de soldadura, aparentemente por negligencia del trabajador que lo operaba, estaban un avión Fokker DRA réplica del famoso Barón Rojo, que pertenecía al Museo de Aeronáutica de Madrid y una reproducción del primer avión de fabricación española en volar en el país, un Vilanova-Acedo de 1910. Entre los bienes dañados, pero recuperables estaban una máquina de vapor Nuevo Vulcano, ejemplar único, la caldera de lúpulo de las Cervezas El Águila cuyo valor de seguro en la época eran 50 millones de Pesetas (cerca de 300 mil Euros), una motocicleta New Hudson y un automóvil de competición de fabricación española, un Ricart-España de 1929 en ese momento valorado en 8 millones de pesetas (unos 48.000 euros).
Ricart-España fue el tercer intento del ingeniero catalán Wifredo Ricart de fabricar automóviles en nombre propio, esta vez en sociedad con el industrial Felipe Batlló de la fábrica de automóviles España, pero un conjunto de circunstancias como la poca capacidad de producción, el elevado coste de fabricación y venta de los modelos, la feroz competencia de marcas como Hispano-Suiza y, finalmente, la gran crisis económica de finales de los años 20 llevaron al fracaso de la marca. Wifredo Ricart siempre había mostrado interés en los vehículos deportivos, pero se dedicó a sus proyectos a construir turismos, normalmente de prestigio, para intentar financiar sus creaciones para la competición, un equilibrio difícil de mantener.
Este ingeniero alcanzó renombre internacional por su trabajo en Alfa Romeo y más tarde por ser uno de los mentores del desarrollo de los magníficos Pegaso Z-102. La historia cuenta que en sus tiempos en la marca italiana, Wifredo Ricart y el colega Enzo Ferrari tenían una pésima relación laboral y personal, lo que precipitó la salida del italiano de Alfa Romeo y a instituir definitivamente su propia marca de forma independiente
Los datos existentes sobre el Ricart-España chasis 038 Bis dañado en el incendio del Pabellón de los Descubrimientos son escasos, pero como cualquier creación del ingeniero Wifredo Ricart este era un automóvil avanzado para su tiempo. Estaba supuestamente animado por un motor de 2.4 litros y seis cilindros en línea, doble árbol de levas y cabezas hemisféricas, acoplado a una caja de cuatro velocidades. Sin embargo, existen fuentes que hacen referencia a una cilindrada más baja o a la adopción original de un compresor, con un misterio sobre la motorización original y poca o ninguna documentación accesible para comprobar sus especificaciones originales.
Ricart-España recurría también al uso de aleaciones para hacer la mecánica más ligera y eficiente, la unidad original debía derivarse de los modelos de producción de la marca, pues éstas ofrecían al cliente un buen nivel de sofisticación técnica y pedigrí heredado de los circuitos. Este ejemplar corrió aún durante varios años, lo que llevó a que los propietarios hubieran realizado diversas alteraciones mecánicas como la adopción de motores y cajas procedentes de Jaguar, actualmente la motorización es un seis cilindros de la Triumph.
Aunque en las secuelas del incendio se temía lo peor para el Ricart-España chasis 038 Bis, poco después se dio cuenta de que éste sería recuperable, volviendo así a la colección de Salvador Claret en Girona, donde en el período de dos años se ha efectuado la restauración y puesto en exhibición donde permanece hasta hoy, salvo puntuales apariciones públicas.
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