Archivos • 20 Fev 2023
Combinando características de antigüedad, símbolo de estatus, objeto útil y, en algunos casos, obra de arte, los Clásicos tienen reglas de valorización muy propias.
Existen características generales, aplicadas a modelos en abstracto, que establecen una cierta jerarquía de valores. Un automóvil deportivo de una marca conocida y respetada, por ejemplo un Jaguar E, vale más que un modelo utilitario de una marca popular, como un Fiat 600. No estamos hablando de este o aquel Jaguar E o este o aquel Fiat 600. Nos referimos en abstracto, a todos los Jaguar E y a todos los Fiat 600, atentando a una serie de características generales.
La primera de las cuales es la rareza. El número de bienes existentes condiciona la oferta disponible. Si la demanda es superior a la oferta, el valor aumenta. Simple y verdadero para todos los bienes, ya sea un cuadro de Van Gogh, un Volkswagen o un kilo de patatas. En el caso de un automóvil, la rareza puede referirse a la totalidad de ejemplares producidos o a la cantidad existente en un mercado determinado.
Otra condición del valor de un automóvil es la calidad. Si un automóvil tenía calidad superior en su época, con el paso de los años, ese será un factor de valoración en relación a los modelos fabricados en la misma época. La calidad se refiere no solo a su fabricación, sino también al diseño mecánico, al diseño y a un importante componente de innovación tecnológica. Todos estos factores contribuyen a que, en su utilización, ese modelo se destaque de los demás.
Otro factor esencial para el valor de un automóvil es su carisma, que se manifiesta a través de dos vertientes: un capital de simpatía conferido por el público en general y una imagen de “estatus” asociada al modelo en cuestión. Este factor puede incluso pesar más que la rareza y calidad. Un caso particular que refleja esta realidad se traduce en la relación de valor entre el Fiat 600 y el Fiat 500. El primero es un automóvil muy superior en términos de calidad, pero el modelo más pequeño, con una imagen más simpática, tiene un valor bastante superior.
Para determinar el valor de un automóvil clásico, resulta decisivo el impuesto que se aplica a su importación. El valor de los coches importados condiciona el valor de los coches existentes, en la medida en que existe una facilidad cada vez mayor en hacer venir el automóvil pretendido del extranjero. El valor del automóvil importado se obtiene sumando al precio de adquisición el costo de transporte y legalización en nuestro país. Si un determinado modelo no está exento del pago del impuesto en el país de destino (lo que en Portugal solo ocurre con automóviles fabricados hace más de 30 años), su valor final podría ser muy superior al valor de adquisición.
En cuanto a las características particulares a considerar – tomando cada ejemplar en concreto – existen algunos factores de valorización muy importantes:
El primero de ellos es la historia o procedencia del automóvil. Cualquier objeto cuya existencia se prolonga por varios años, adquiere una historia. La relevancia y el conocimiento de estos hechos pueden aportar un valor añadido a este objeto, sobre todo si aportan un valor histórico significativo. Es el caso de la existencia de documentación que acredite la totalidad o parte de su recorrido: facturas de compra, mantenimiento, certificados expedidos por autoridades competentes, fotografías. Toda la documentación disponible enriquece el automóvil, ya que contribuye a certificar su autenticidad. Cuanto más importante sea su historia, más importante para su valoración será comprobarla. Cuando estamos tratando con coches de competición, con palmares significativos, o que han pertenecido a personalidades de renombre, o han estado involucrados en acontecimientos especiales (una película o un robo famoso a un banco, por ejemplo)La posibilidad de demostrar que era ese mismo automóvil y no otro puede marcar una diferencia de varios miles de euros.
El estado o condición del automóvil es un factor primordial para su valor. La restauración de un Clásico es una actividad costosa y que consume tiempo, impidiendo el disfrute inmediato del automóvil, reservando innumerables sorpresas – normalmente desagradables – para aquellos que abrazan el desafío de forma entusiasta e irracional.
Dentro de las diversas condiciones en que podemos encontrar un clásico, el muy buen estado original es el más valorado, porque, además de la buena conservación del automóvil, le confiere también una gran autenticidad. También es una situación bastante rara.
La restauración, llamada licitación, producto de una recuperación completa, en la que el resultado final es superior a aquel en que el automóvil salió de fábrica, es también uno de los más valorados.
De estas condiciones extremas al proyecto de restauración – coche completo, pero si necesita una recuperación completa – hay varios estados intermedios.
Naturalmente, un automóvil que solo pueda servir para piezas, sin posibilidad de recuperación, ve su valor muy reducido.
Finalmente, el año de fabricación puede condicionar el valor de un automóvil si, por ejemplo, condiciona su entrada en un determinado acontecimiento. Por ejemplo, un Lancia Aurelia B20 de 1957 puede ser aceptado en la prueba retrospectiva de Mille Miglia, pero un modelo idéntico producido en 1958, no.
Para más información y consejos sobre clásicos, consulta el sitio O Meu Clássico.