En el tiempo de los Dodge

Mi abuelo paterno y mi padre amaban mucho los coches americanos en los años 1940/1950. Ford y Chrysler, principalmente. La familia llegó a tener un Dodge (marca de la constelación Chrysler) modelo Kingsway. El Kingsway era la versión para exportación del Dodge Coronet, comercializado en los Estados Unidos.

En Brasil, Chrysler produjo en los años 1970 los fantásticos Dodge Dart, Charger R/T, Le Baron y Magnum. El Choque del Petróleo, en 1973, sacudió el mercado de la Chrysler brasileña, que solo fabricaba coches bebedores. Hubo también dos últimos intentos de supervivencia: el primero, con un modelo menor, el Dodge 1800/Polara, y, mucho más tarde, con la camioneta Dakota, pero no funcionaron. Chrysler definitivamente dejó Brasil. Los vehículos más modernos del fabricante de automóviles (hoy dentro del conglomerado Stellantis) solo volverían al país, importados, a partir de los años 1990. Pero jamás tuvieron el mismo éxito que los modelos antiguos fabricados en Brasil.

De los años 1980, aún bajo los efectos de la crisis del petróleo, recuerdo una historia familiar que me marcó. Yo vivía en Porto Alegre, capital de Rio Grande do Sul, estado más meridional de Brasil, y viajaba mucho por trabajo en la época. Así que le pedí a mi padre que me comprara un auto usado barato en la ciudad rural donde vivía la familia. Felizmente, me compró un Escarabajo blanco de 1.300.

Solo algún tiempo después el viejo Irineu me contó que, por el mismo precio, podría haber comprado un Dodge Magnum automático rojo (el modelo más bonito y lujoso de la línea Chrysler en Brasil, entonces terriblemente depreciado a causa del alto consumo de combustible). Casi tuve un infarto cuando me enteré. Pregunté: ¿Por qué no compraste el Magnum, papá? ¡Siempre me encantó este auto! Decepcionado, él me respondió: Ahora, porque tenía cambio automático y bebía mucho. Cambio automático es para viejos…

Hoy, un Dodge Magnum en perfecto estado vale el equivalente a unos 30.000 euros en Brasil.