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Heroínas de nuestra historia: Margit Engellau
En 1956, Gunnar Engellau se convirtió en CEO de Volvo, trayendo consigo ambiciones elevadas para la empresa. Entre ellas, estaba la conquista del mercado estadounidense, con un aumento en la oferta de modelos, siempre con un enfoque fundamental en la seguridad. Podemos afirmar, a la luz de nuestro tiempo, que fue un objetivo logrado: de hecho, cuando Gunnar asumió el liderazgo de la marca, esta producía 31 mil automóviles al año; el número era de 205 mil cuando dejó el cargo en 1971. Fue así, bajo su liderazgo, que Volvo se convirtió plenamente en un fabricante de automóviles a escala global.
Margit Engellau, esposa de Gunnar, era fisioterapeuta en el Hospital Sahlgrenska, en Gotemburgo, y trataba diariamente a pacientes heridos en accidentes de tráfico, todo esto mucho antes de que lo que se conocería como ‘latigazo cervical’ fuera un concepto establecido, y aún antes de que las personas comprendieran completamente las consecuencias de que una cabeza fuera forzada a desplazarse de una posición extrema a otra en caso de impacto.
Ante esta realidad, Margit se dio cuenta de que, para proteger mejor los cuellos y cabezas de las personas, algo debía cambiar en los automóviles. Así, compartió sus preocupaciones con su esposo, así como en eventos sociales que reunían a miembros de Volvo, una práctica común en una época en la que las ideas empresariales no necesariamente se guardaban como si fueran un secreto mayor.
Actuar en base a una observación como esta era algo perfectamente natural para Volvo, con la mentalidad de seguridad siendo parte de la cultura de la empresa desde el principio. De hecho, ya en 1936, los fundadores de Volvo presentaban en su manual de ventas una de sus declaraciones más conocidas: “Un automóvil es conducido por personas. El principio fundamental para todo el trabajo de construcción es y debe ser, por lo tanto, la seguridad”.
La marca había creado, en 1965, el asiento Volvo, que tenía características únicas (como el soporte lumbar y cojines de espuma de plástico blando desarrollados con el asesoramiento de médicos especialistas). Con la contribución fundamental de Margit Engellau, la marca sueca dio otro paso en su filosofía tan natural, convirtiendo los reposacabezas en equipamiento estándar en sus automóviles a partir de 1970. Curiosamente, anteriormente, estos solo se vendían como un elemento de confort opcional, no como equipo de seguridad fundamental para prevenir lesiones en los ocupantes.
De esta manera, Margit nos recuerda la importancia de la observación, el análisis y el intercambio de ideas aparentemente tan simples en nuestros días, pero que pueden lograr una contribución global efectiva. La próxima vez que se siente en su automóvil, recuerde que el reposacabezas presente en el asiento fue colocado allí por una heroína fundamental en la historia del automóvil, después de una saludable conversación durante la cena al final de un día atento de trabajo.