Archivos • 14 Jan 2024
Ayrton Senna, piloto de Ferrari. El casco amarillo destacando sobre el automóvil rojo. Nunca se hizo realidad, pero estuvo muy cerca, muy cerca. En un momento en que los campeonatos son dominados por McLaren y Williams, pilotar para Ferrari sigue siendo el sueño de cualquier piloto de Fórmula 1, y Senna no es una excepción. Por su parte, el equipo de Maranello sabe que solo podrá regresar a la victoria si tiene a los mejores pilotos, y Ayrton Senna es obviamente uno de ellos.
En 1989, Cesare Fiorio es nombrado director deportivo de la Scuderia Ferrari. Después de haber llevado a Lancia a triunfos en rallys, se le encomienda la misión de hacer lo mismo con la Scuderia Ferrari. Para ello, se le encarga formar un equipo con los mejores profesionales y, por supuesto, los mejores pilotos.
Así que, justo después del Gran Premio de Mónaco de ese año, Fiorio comienza a sondear a Senna para conocer su interés en pilotar para Ferrari el próximo año. Invocando su vínculo contractual con McLaren hasta finales de 1990, las negociaciones se posponen. Fiorio no logra traer a Senna, pero sí a Prost, quien formará equipo con Nigel Mansell para la próxima temporada. Esta dupla contentaría a cualquier equipo, pero aún así, Ferrari no se rinde con Senna.
Después del Gran Premio de Brasil de 1990, Alain Prost, ganador de la prueba, así como el resto del equipo, dejan el circuito de Interlagos rumbo a Italia, excepto Cesare Fiorio, que se queda en São Paulo. Al día siguiente, se reúne en la casa de Senna para hablar del futuro, más concretamente de las temporadas de 1991 y 1992. El interés manifestado por el piloto brasileño en pilotar un Ferrari y el acuerdo sobre los principales aspectos de una eventual colaboración dejan a Fiorio confiado en que podrá contar con Ayrton Senna en Ferrari a partir del próximo año. Ni siquiera la posibilidad de una “asociación” con Alain Prost preocupa al piloto brasileño.
Las conversaciones continúan el jueves previo al Gran Premio de Francia. Antes de ir al circuito de Paul Ricard, Fiorio hace un desvío por la residencia de Senna en Mónaco para tratar los últimos detalles del futuro contrato. La victoria de Prost el domingo demuestra una vez más la competitividad del Ferrari 641 y reconforta a Senna con respecto a su elección para el próximo año. El lunes siguiente, la sede de Ferrari recibe un fax: se trata de un preacuerdo firmado por Ayrton Senna que pone por escrito el entendimiento formulado oralmente entre él y Cesare Fiorio durante las reuniones anteriores.
El Ferrari 641 de 1990, evolución del 640 del año anterior diseñado por John Barnard, pionero en los cambios semiautomáticos en el volante, comienza a devolver cierta alegría a los tifosi. Internamente, muchos quieren capitalizar ese éxito y ganar protagonismo. Para Cesare Fiorio, el presidente de Ferrari es uno de ellos: “Era un burócrata que sufría por no estar bajo los reflectores”. Ahora que el equipo estaba volviendo a la victoria, Piero Fusaro necesitaba apartar a Fiorio para llevarse los laureles de los nuevos éxitos. Así que informa a Prost sobre las gestiones llevadas a cabo por Fiorio para reclutar a su ilustre rival brasileño, lo cual disgustó, y mucho, al piloto francés, desencadenando un conflicto entre el piloto y el director deportivo.
Invocando una excusa relacionada con los patrocinadores, Piero Fusaro cancela las negociaciones con Senna, desautorizando así a Cesare Fiorio, quien no ve otra salida que renunciar, llevándose consigo el preacuerdo firmado por Senna que entonces permanece en McLaren y gana su tercer título en 1991. En la Scuderia, el ambiente es tenso y Prost terminará siendo despedido por comparar su Ferrari con un camión.
Llegamos a 1994, Senna es piloto de Williams-Renault y Ferrari está ahora dirigida por Luca di Montezemolo, con Jean Todt a cargo de la dirección deportiva. Los nombres han cambiado, pero la voluntad de contratar a Senna sigue siendo fuerte. Pocos días antes del fatídico Gran Premio de Imola, Ayrton Senna se reúne con di Montezemolo en su casa, el 27 de abril. En esa reunión, reiteran las mutuas intenciones de colaboración, posponiendo la resolución de los últimos detalles de un eventual contrato para un próximo encuentro. Todos sabemos lo que sucedió el domingo siguiente. Lamentablemente, el mito Senna y el mito Ferrari nunca se unieron.