Archivos • 27 Jan 2023
En la edición de 2018 de las 24 Horas de Le Mans, el mundo fue testigo de la victoria de un “cerdo” en forma de Porsche 911 (¿o será al revés?) en la categoría GTE Pro, con los pilotos Michael Christansen, Kévin Estre y Laurens Vanthoor. De hecho, al igual que el Porsche 911 RSR No. 91 que rindió homenaje al 956 de 1982, el victorioso 911 RSR No. 92 hacía referencia al Porsche 917/20 que corrió en la misma pista en la edición de 1971, siendo, de hecho, su única carrera.
Regresemos entonces a la edición de 1970. El equipo oficial de Porsche alinea sus 917 con los colores de Gulf del Team Wyer, ganador de la edición anterior de las 24 Horas de Le Mans con el Ford GT40, mientras que los otros 917 son alineados por dos equipos privados: el Team Martini y un equipo con los colores de Porsche-Konstruktionen KG Salzburg, bajo la dirección de Ferdinand Piech, cuyo complejo de inferioridad (por tener, según él, el “apellido equivocado”) también es una fuente de motivación para vencer al equipo oficial. Es precisamente este equipo “privado” el que le da a Porsche su primera victoria en la clasificación general de las 24 Horas de Le Mans, con Hans Herrmann y Richard Attwood al volante. Después de este éxito, el equipo Piech, o mejor dicho, el equipo Porsche-Konstruktionen KG Salzburg decide no participar en la temporada de 1971 y vende sus 917 al Team Martini.
Con estos automóviles, el Team Martini continúa el desarrollo del 917, especialmente con el S.E.R.A. (Société d’Études et Recherches Aérodynamiques). De esa colaboración nace el 917/20, un automóvil que buscaba lograr un compromiso entre la velocidad máxima del 917 LH (“langheck”, largo) y la estabilidad del 917 K (“kurz”, corto). El resultado es un modelo más corto que el 917 LH pero más ancho y con más apoyo aerodinámico que el 917 K.
El automóvil está listo para competir en las 24 Horas de Le Mans de 1971, pero sus dimensiones inusuales impiden que sea transportado en el camión del Team Martini, siendo necesario recurrir a un vehículo militar del ejército alemán (por cierto, también desarrollado por Porsche). El aspecto “gordito” y poco atlético de este automóvil de competición provoca algunas risas entre los mecánicos, ganándose apodos poco amigables, especialmente después de aparecer pintado de color rosa. Quien no encontró tanta gracia fue el conde Rossi, propietario de Martini, que no quería ver sus bebidas alcohólicas asociadas a este cerdo de cuatro ruedas, llegando al punto de prohibir la colocación de pegatinas Martini Racing.
Llevando la provocación aún más lejos, los diseñadores Anatole Lapine y Dick Soderburgh aprovechan la ausencia de la decoración Martini para reproducir en el automóvil los esquemas que representan las diferentes partes de un cerdo que hasta entonces solo eran visibles en las carnicerías. Sin embargo, la audacia no trajo suerte al equipo. Partiendo desde la séptima posición en la parrilla, ascendiendo a la tercera posición en la séptima hora, el “Pink Pig”, como también se le conocía, experimenta una serie de pequeñas fallas mecánicas y finalmente sale violentamente de la pista, afortunadamente sin gravedad para el piloto Reinhold Joest. Así termina la breve carrera deportiva del Porsche 917/20.
El palmarés del 917/20 puede parecer muy pobre y de hecho lo es. Sin embargo, es importante destacar que este automóvil fue principalmente un laboratorio muy importante para la preparación de otras pruebas, como la CanAm, dejando así un legado para otros automóviles de competición que le sucedieron, especialmente el 911 RSR No. 92 de 2018.