El delicado arte de los personalizadores de miniaturas

Automobilia 27 Mai 2024

El delicado arte de los personalizadores de miniaturas

Por Irineu Guarnier

Difícilmente a quien le gustan los automóviles no le gustan las miniaturas, y viceversa. Estos dos mundos – el de los coches reales y el de sus pequeñas réplicas en Zamac (aleación metálica formada por zinc, aluminio, magnesio y cobre) – son complementarios. El coleccionismo de miniaturas emula colecciones de vehículos reales, inaccesibles para la inmensa mayoría de los entusiastas. Una miniatura es la representación física del vehículo que el aficionado quisiera tener en su garaje. Y poseerla – especialmente si es rara o personalizada – puede ser casi tan gratificante como poseer el vehículo real. Con la ventaja de costar sustancialmente menos y ocupar mucho menos espacio.

En el mundo de los coleccionistas de miniaturas, un personaje se destaca: el restaurador o personalizador de las pequeñas piezas. El trabajo de estos artesanos es muy similar al de los restauradores y personalizadores de automóviles clásicos. Desmontan los pequeños coches, recuperan mecanismos dañados, cambian llantas, raspan la pintura original, cubren las carrocerías con primer y luego las pintan y barnizan de nuevo. En el caso de los personalizadores, además transforman completamente la apariencia de las piezas, creando modelos únicos, que no existen en los catálogos de los principales fabricantes.

Pedidos hasta 2025

Entre los personalizadores de miniaturas del Sur de Brasil, uno de los personajes más conocidos del grupo que se reúne regularmente en un encuentro de coleccionistas llamado Expominis, en Porto Alegre, es Guybor Khun. A finales del siglo pasado, comenzó a hacer intervenciones en las miniaturas que coleccionaba. Un cliente del establecimiento en el que trabajaba lo vio manipulando una miniatura en su tiempo libre y le preguntó: “¿Cuánto cobras por hacer eso en mi miniatura?” Así surgió su primer cliente. Desde entonces, Guybor no ha parado. Personalizó coches de varias escalas, pero terminó concentrándose en la diminuta 1:64 (64 veces más pequeña que el vehículo real).

La opción por una escala tan reducida se debe a dos motivos: “Desafío y almacenamiento”, resume. “Donde se almacenan seis minis 1:64, solo cabe una 1:25 o una 1:18”. Aun así, no hay detalles que no pueda reproducir. Donde mucha gente ve basura, Guybor ve materia prima para su minucioso oficio. “Un cuerpo de bolígrafo puede convertirse en tubería, un precinto de chocolate se convierte en panel, etc.” La pieza que más satisfacción le ha dado hasta hoy fue una Volkswagen Kombi 1:64 de Matchbox que ganó puertas y tapas móviles y consumió 96 horas de trabajo. “Hoy, habita en otro garaje. Fue un ‘raok’ que hice antes de la pandemia”, añade. Raok, en el argot de los coleccionistas de miniaturas, es un regalo que se ofrece a un compañero de hobby. Actualmente, Guybor no puede aceptar nuevos pedidos porque necesita entregar a un solo cliente cinco cajas de zapatos llenas de miniaturas que recibió para restaurar, tematizar o personalizar – tarea que debe mantenerlo ocupado hasta 2025.

El precio justo por piezas exclusivas

Restaurador y personalizador de miniaturas, Oberdan José Andrade se define como “artesano y creador de sueños”. El gusto por los coches viene desde la infancia. “Me gustaba crear historias con mis muñecos Playmobil y modificaba los vehículos”, cuenta Oberdan, quien ya ha ganado concursos de personalización, como el que promueve Expominis. Trabaja con escalas que van de 1:87 a 1:18, pero desde 2013 prefiere la 1:64, por ser más accesible, pero también porque “cuanto menor es la escala, más desafiante es el trabajo”.

La principal habilidad exigida a quien se dedica a este oficio, en su opinión, es la creatividad. “Pero un poco de paciencia también ayuda”, añade. Los pedidos representan el 90% de su trabajo. “Es muy gratificante poder materializar un proyecto y ver la satisfacción del cliente al recibirlo”, dice. Personalmente, sus piezas favoritas son “los vehículos del universo Mad Max”. Pero también disfrutó mucho haciendo “un set inspirado en las ilustraciones del artista Mark Sexton: vehículos de Los Autos Locos en el universo Mad Max”. Única queja: la dificultad para cobrar un valor justo por piezas que son únicas, exclusivas, y por eso obviamente cuestan más que una miniatura estándar de tienda. No todos los coleccionistas entienden esto.

Paciencia, investigación y persistencia

Otra figura popular en este medio es Jackson Bradley. Apasionado por los automóviles desde niño, Jackson comenzó en el plastimodelismo (kits de plástico para montar) y evolucionó naturalmente hacia la personalización de miniaturas de metal hace unos 12 años. La opción por la escala 1:64 fue por “cuestión de costo y espacio en la mesa de trabajo”, pero también personaliza piezas en otras escalas, por encargo.

El personalizador dice que la mayor dificultad que encuentra en su hobby, además de obtener los calcomanías necesarios para sus proyectos, es encontrar tiempo para trabajar, porque no vive de esto. Pero añade que la satisfacción de “materializar una idea” compensa cualquier sacrificio. El modelo que más le gusta personalizar es el Nissan R32GTR, de Hot Wheels. Jackson define su trabajo como “un aprendizaje constante, pues siempre hay algo nuevo por descubrir o perfeccionar una técnica que ya usamos”. Y enumera los requisitos fundamentales para la confección de una buena miniatura personalizada: “Paciencia, investigación y persistencia”.

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