Pasar el testigo

Archivos 19 Fev 2023

Pasar el testigo

Por Ricardo Grilo

Tras la guerra, los nuevos y sofisticados aviones de combate a reacción sólo fueron utilizados por tres de las grandes potencias triunfantes: Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Soviética.

Pero junto a estas tres grandes potencias, otro inesperado “forastero” se unió al restringido club de los usuarios de aviones de combate.

En efecto, poco después de la liberación en 1945, los industriosos checoslovacos decidieron reanudar la producción de cazas Messerschmitt ME-262 a partir de los planos, manuales técnicos, herramientas, plantillas y piezas de recambio dejados por los alemanes. Ya implicada en la producción local de cazas Messerschmitt Bf-109 G-10 de hélice, se encargó a la empresa aeronáutica AVIA la producción del modelo de reacción que se llamaría S-92 (versión monoplaza) o CS-92 (versión biplaza).


En 1947, la Fuerza Aérea Checoslovaca recibió nueve AVIA C-92 y tres AVIA CS-92, convirtiéndose en la 4ª fuerza aérea del mundo en equiparse con este tipo de aviones en la posguerra.

Los aviones se agruparon como unidad especial del 5º Escuadrón de Caza del Ejército del Aire para garantizar la defensa aérea de la capital. A pesar de algunos problemas operativos debidos a la fragilidad de sus motores a reacción, a finales de la década de 1940 los Messerschmitt ME-262, o más bien los AVIA S-92, seguían siendo excelentes aviones de combate, quizás los mejores de la primera generación en términos de rendimiento, maniobrabilidad y armamento. Así que se mantendrían en servicio hasta 1951, cuando fueron sustituidos por los más modernos AVIA S-102, la copia local del famoso MiG 15 soviético.

Esta foto en color evoca precisamente la fase de paso del testigo, con uno de los nuevos AVIA C-102 estacionado junto a un “viejo” C-92.

Una página de la historia que se cerraba definitivamente.

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